
De nuevo el desierto vuelve a ser el protagonista principal de la novela, pero solo aparece en un par de momentos. La mayor parte del libro está este hombre despotricando contra el Rally Dakar, con razón posiblemente, pero olvidandose de contar una historia. Es muy buena la escena en el pozo Ajamuk, detonante de toda la historia, pero lo mejor del libro es la cacería final de los mercenarios a los dos hermanos. Ahí si vuelve a aparecer el calor y la superioridad de los Tuareg, aunque se echa de menos algo más de la implacabilidad del desierto.
Los protagonistas son la familia del inmouchar Gacel Sayah. Hombre, en los momentos en los que el desierto asoma, los personajes tienen más sentido. Cuando se les saca de ahí resultan menos creibles, más fuera de lugar.
El libro, ya que se deja leer, pues porque no hacerlo. Pero no deja de ser una pena que no se aproveche la historia todo lo que se podría.